miércoles, 23 de enero de 2013

la mujer que nadie tiene 1er capitulo



 El comienzo de una vida y el final DE otra




El sol atravesó por mi ventana llenándola de luz la  habitación P22 y haciéndolo mas brillante y menos lúgubre. Pude distinguir con claridad cada molécula seguir el camino de luz hacia mi cama.
No sabia que ni la hora ni el día ni siquiera el mes en que estaba, pero si sabia donde estaba. En el Hospital, lo supe en el momento que escuche la maquina que estaba a mi lado y luego de abrir mis ojos lo confirme, las paredes blancas sin ningún otro color, las camas tendidas perfectamente sin ninguna persona quien las ocuparas y el silencio fúnebre que me hacia sentir culpable.
Recorrí con mis ojos hasta ver que no estaba sola, Jonathan estaba a mi lado, con ojeras y con un físico demacrado y desnutrido. Este me observaba con melancolía, tristeza y esa maldita cumpla que me volvía invadir nuevamente.
-Hola Amelia- saludo y me tomo la mano izquierda.
Intente hablar pero podía, sentía algo molesto en mi garganta que del cual salía de mi boca. Aparentemente yo estaba entubada, como si mis pulmones necesitaran un ventilador para respirar normal.
Acerque mi mano derecha para tocar el tubo pero Jonathan me lo impidió.
-¡no lo toques!- me ordeno.
Lo miro con enojo y rabia.
Retire mi mano derecha y la pose en mi vientre, con mis dedos los recorrí al principio sin ningún sentido solo por pasarme el coraje. Como si ese movimiento me diera fuerza y tranquilidad. Lo sentía plano, sin vida, infértil y sentí unas grapas.
Me alarme y rápidamente introduje la mano debajo de la sabana y luego en la bata que tenia puesta y sentí unos fragmentos de metal que sobresalía de piel.
Aun así no captaba el mensaje.                 
A Jonathan se le cayeron para de lagrimas y me soltó la mano.
Lo mire con frustración y exige saber que pasaba, pero el no capto mi mirada.
Escuche a lo lejos un llanto de bebe y en ese ínstate todas las piezas cayeron en su lugar.
¡Mi bebe!, ¿donde estaba mi bebe?, ¿esta bien?, ¿lo puedo cargar?- esas eran las preguntas en mi mente.
No había visto a mi bebe y deseaba tenerlo en mi brazos, abrazarlo y jamás separarme de él. En mi interior de sabia que Paris estuviera a mi lado, amándome y consolándome como era debido, pero no estaba ahí.
Una lagrima callo y recorrió mi mejilla hasta desaparecer en mi cabello.
De lejos vi a una enfermera que se acercaba a mi lado, pero cuando se acercó vi que no tenia ningún bebe en sus brazos.
La mire de mala gana y pose mis ojos en Jonathan quien seguía con la misma imagen de horita.
-¿Le duele señoría?- me pregunto y yo negué con mi cabeza gentilmente, la verdad no sentía nada ni frio, ni calor, ni dolor, en absoluto nada. Solo sentía amor para mi bebe y para Paris.
-lamento su perdida- me dijo con tristeza-, era un bebe hermoso.
¿Era?- me pregunte.
-Ella no lo sabe- le dijo Jonathan a la enfermera.
-Lo siento- se disculpo y prosigue a tomarme los signos vitales y revisarme la herida.
-¿Era?- pregunte nuevamente y una vocecilla en mi cabeza comenzó a hablar.
-Tú sabes las respuestas mujer-me dijo
-¿Cuál?-pregunte frustrada.
-Tú bebe esta muerto-respondió como si nada.
-Mientes-le dije a esa vocecilla.
-Por que tendría que hacerlo si ambas nos duele.-me respondió con un tono melancólico.
-¡Amelia!- me llamo mi esposo muchas veces con mi falso nombre, aunque yo no me llamara Amelia, tampoco Julieta Capuleto, mi nombre era otro, yo era otra, pero aun así recuerdo la primera, la original, la verdadera mujer que era, la que se escondía debajo de diferentes nombres y apariencia.
Intente hablar nuevamente, pero no pude.
-Sé que quieres hablar, pero debes esforzarte,-me explico en susurro.- hace 15 días que estas en coma y entubada.- me explico y escuche que su tono de voz se volvía casi irreconocible. La enfermera nos dejo a solas luego de hacer su trabajo.-no puedo decirte la mentira que deseo decirte, pero lo que te voy a decir no es fácil para ninguno de los dos.- le lance una mirada preocupante y sentí como mis ojos se llenaba de lagrimas a punto de salir.
Escuche como la maquina comenzaba a volverse loca y ruidosa.
-William murió a los pocos minutos al nacer-dijo finalmente y yo comenzó a sentir un dolor púlsate en mi pecho.- tranquilízate- me suplico Mi esposo.
Si, Jonathan era mi esposo. No habíamos casado para poder ocultar mi embarazo con Paris. Aunque eso nos convenía ya que Jonathan deseaba aparentar que era heterosexual contar que sus padres nos supieran cual era su verdadera orientación sexual. Nos casamos para el pudiera fingir ser alguien que no era y yo para no darle a mi hijo la sombra de un padre que pudo tener.
El hijo que yo había tenido en mi vientre era de Paris, mi mejor amigo y mi verdadero amor. Yo lo amaba con locura, pero cuando me entregue a el desconocía de esos sentimientos y nuestro hijo nació del fruto de ese amor que yo desconocía y que el manifestaba cada segundo de su vida.
Pero yo desconociendo lo que sentía me fui a España a estudiar con la beca que me habían concedido y ya estando haya supe que no estaba solita. Que una personita crecía dentro de mi y se hacia fuerte y grande debido a mi.
¡ENFERMERA!-grito Jonathan y sin mas preámbulo mis ojos se cerraron.
Volví a escuchar una voz masculina y supe que era de Jonathan, pero no comprendía lo que decía. Después de un rato no escuche mas nada y nuevamente escuche una voz masculina.
Abrí los ojos y vi a un hombre estaba sentado en un sillón incomodo y me observa con atención y determinación.
-Buenas noches señorita- me saludo cordialmente.
Quise hablar, pero esta vez pude.
-¿Que día es hoy?-pregunte futrada.
-hoy es Viernes 13 de marzo del año 2012- me respondió.
-¿porque estoy aquí?-pregunte  y pude distinguir lo rara que sonaba mi voz.
-Si le respondo esa pregunta, prométame que por su salud se calmara y tratara de no alterarse.- me pido y asentí aceptando.
El suspiro y vi lo cansado y viejo que era ese hombre. Su cabello grizteco lucia brilloso a esa hora de la noche, para se doctor se veía muy bien.
Me encogí de hombros esperando que el hablara.
-Hace 16 días que usted fue admitida en este hospital debido que cuando usted llego presentaba desprendimiento de placenta provocando los síntomas que tenia usted sangre, dolor, fiebre y alteración a los signos vitales.- me explico, pero aun así yo no captaba.- un colega y yo intervenimos como fue posible, pero su bebe era muy prematuro, el tiempo sin oxigeno y sin contar el estado que estaba se no hacia un poco difícil-él se detuvo esperando que yo dijera algo, pero nada dije.-, cuando pensábamos que podíamos salvarlos a los dos su corazón se detuvo y su bebe no reaccionaba, apenas respiraba.
Nuevamente hubo una pausa, mi mente se estaba llevando a los sucesos, pero lo que yo veía fragmento.
-Le preguntamos a su esposo a quien debíamos dar mas prioridad.- me dijo y continuo- dijo a usted, mi equipo y yo la sabemos como podrá darse de cuenta, pero mientras tanto mi colega intervino con sus hijo y este no reaccionaba y al darle mas prioridad a usted…este murió a los 10 minutos de haber nacido.
Todas las piezas se fundieron en una y yo comencé a hiperventilar, la maquina que media mi ritmo cardiaco se volvió descontrolado y no dejaba de pitar.
-Mi bebe-dije.
-¡DONDE ESTA MI BEBE!-grite como una demente.
El doctor se puso de pie, llamo a otra enfermera. Esta al llegar me aguanto los brazos y el doctor me administraba un medicamento.
Se va a sentir mejor se lo prometo.
El doctor cumplió lo prometido.
La maquina dejo de hacer tanto escandalo y sentí como todo se volvía mas simple y sencillos. Nada me dolía era como si me vendaran los ojos, me taparan los oídos y me taparan la boca.
Mi mente se dejo llevar gracias a la droga recordé lo que había ocurrido con romeo, como mi desventurado amor me llevo a Paris y por este deje mi vida atrás. Comencé mi vida con otro terminando casa y teniendo un hijo de Paris.
A lo siguientes día intente vivir con el dolor, apreciarlo y hacerlo parte de mi, lloraba descontroladamente y sufría en silencio, pero ya mi cuerpo no resistía ese lugar. Yo deseaba ir a buscar a mi William, tenerlo en mis brazos, besarlo, decirle cuanta mami lo ama.
Después que se me estabilizaron los signos vitales y mí herida esta mejor, luego de seguir las indicaciones médicas y todo lo demás me dieron el Alta.
-¿Querida ya estas listas?- me pregunto mi suegra.
Asentí antes de echarle una mira a la sala.
Mi suegra me tomo de la mano y me llevo a la morgue.
Me sentí nerviosa y deprimida, ya que no fui lo suficiente fuerte para darle mejor vida a mi bebe.
Al llegar a la morgue le dije a la mama de Jonathan que quería estar sola. Esta acepto sin replicar en absoluto.
Entre a una habitación helada y espelúznate. Por un segundo pensé que no había nadie ahí pero me lleve un susto al ver a la forense abriendo a un señor obeso.
-¡Buenos días!-exclamo alegremente.
-Buenos...-dije, pero comencé a sentirme mal.
-¿En que puedo servirte?- me pregunto curiosa mientras se quitaba los guantes y los arrojaba al zafacón.
-Deseo ver el cuerpo de William parís-respondí-, el… era mi hijo.-dije con un nudo en la garganta.
La forense se limito a decir “ohh” y se lavo las manos.
-¿Usted es?-
-Amelia- respondí y esta seco las manos, rebusco en una lista.
Dijo mi apellido de casada y asentí.
-Firme aquí- me ordeno.
Firme con mi nombre y apellido falso.
Le devolví el documento y esta lo guardo en su escritorio.
Fue a una pared metálica y abrió la puerta más pequeña, pero de repente salió un montón de humo plateado y helado. Sentí escalofrió e intente mirar lo que hacia aquella mujer y no sabia.
Esta se acercó cargando un bultito pequeño y lo coloco en la mesa en donde se ponía los cadáveres y que se encontraba disponible.
Me acerque a mi bebe y esta cerro la puerta dejándome escuchar un chirrido escalofriante.
-Te daré unos minutos asolas- me dijo.
Mi bebe esta mas hermosos que otro bebe, aun estado muerto.
Mis lagrimas comenzaron a caer y sobre mi hijo.
William Paris era más pequeño que un conejo, era hermoso, tenia mejillas como las mías y unos rasgos idénticos a los de Paris. Por mas que veía a mi bebe no soportaba la idea de no tenerlo en mi brazos.
Entre lágrimas y gemidos tome a mi progenitor en mis brazos, lo sentía helado, tieso como roca, pero resultaba muy pequeño en mis brazos y no pensaba más de lo que pensaba un cojín. Supuse que era mejor cremar a mi bebe y conservar sus cenizas.
-Te amo- susurre y bese a mi bebe.- perdóname- le suplique sabiendo que escucharía silencio.
Deje escapar un gemido.
-Te amo…te amo y jamás dejare de hacerlo. Te lo prometo- prometí con un dolor en el alma. Cada lagrima que derramaba caí en el rostro de mi bebe.
-Amelia-me llamo Jonathan a mi espalda.
Se veía más demacrado que la última vez.
-Aléjate de mi y de mi bebe-le grite.
-Ame…- comenzó y no lo deje terminal.
-Es tu culpa que mi bebe no estuviera vivo-le dije fríamente.- tenias que salvarlo a el no a mi.
Perdóname- me imploro y se acercó a mí.
-No me toques- le dijes
-Por favor-imploro.                                                                                                                           
Alguien hizo un ruidito extraño y ambos nos volteamos vimos a la forense.
Ya se acabó el tiempos señores- nos dijo.
Me da un segundo- implore.
Bese a mi hijo todo lo que medio esos segundo le dije que lo amaba y siempre lo amaría, que lucharía por el.
Deje a mi bebe en la mesa e ignore a Jonathan.
-¿Donde lleno los papeles?-le pregunte.
-Aquí- me dijo y me entrego los documentos.
Yo firme todos los documentos y ordene una cremación. Luego de terminar la documentación me despedí de la forense sin ni siquiera mirar a Jonathan.
Mi suegra me esperaba ahí, le tome la mano y ambas nos fuimos a la pensión.
Cuando llegue ahí, todo estaba sobrio y melancólico, nadie me dijo nada y yo tampoco quería hablar.
Violeta me acompaño a la habitación que compartía con mi esposo.
-Violeta-llame a mi suegra y esta me miro-, quiero pedirte disculpa por todo lo que te hecho pasar a ti y a tu familia.- me disculpe llorando.
-No tienes la culpa- me consoló-, nadie la tiene.
No dije nada.
-Quiero estar sola-le dije a ella y antes de que saliera volvía a articular- dile a Jonathan que no se acerque a mi habitación.
Esa noche tuve la misma pesadilla de siempre, Paris arrebatándome a mi hijo para entregárselo a Lilith.
Desperté par de veces en la noche sudada y con mucho miedo.
Al otro día me quede en mi habitación, me bañe y me quede en la habitación sin muchas ganas de comer.
 Acabo de las 10:35 am, Génesis entro a mi habitación y me entrego una bandeja con el desayuno.
Me beso la mejilla y no dijo nada.
Comí en silencio con desgana.
El resto de la tarde estuve en la cama, al siguiente y el día siguiente después del primero.
Todas noches me despertaba gritando y llorando y las gemelas venían a mi rescate.
Pero hoy me desperté y nadie estaba ahí a mi lado. Supuse que no había gritado.
Tome mi teléfono sin pensarlo dos veces y llame a ese numero que me había muerto por llamar meses anteriores.
El teléfono sonó una vez… dos veces…tres veces…
-Hola- saludo una voz sobria y molesta.
No supe cuantos latidos hubo en nuestros corazones, pero mi corazón busco la poca valentía para que yo pudiera hablar.
-¡Hola!- salude con un tono de voz triste y sin vida.
-¡Eres tu Julieta!-exclamo con emoción.
-Si y no- respondí- me llaman Julieta, pero ese no es mi nombre.
-¡Eres tu!-exclamo bajito, pero con esa alegría que me hacia llenarme los ojos de lagrimas de dolor.
-¿Donde estas?-pregunto después de un largo silencio.
-Por ahí-respondí evitando la pregunta.- ¿donde estas tu?
-Yo estoy Canadá- me respondió resignado- , buscándote nena de mis ojos- mi estomago brinco de alegría y mis ojos derramaron mas lagrimas.
-supongo que estoy demasiado lejos de ti- le dije y escuche una maldición de su lado.
Te amo- me dijo desprevenidamente.
Lo se- respondí y me mordí la legua para no corresponderle.
-Supuse eso- dijo finalmente, su voz comenzaba a sonar algo desesperada.- ¿por qué jamás llamaste?- pregunto.
-¿Recibiste mi carta?-pregunte.
-Si- respondió tristemente.
Jamás planee volverte a llamar, pero yo te llame una vez, pero no respondiste- le dije.
-¿Isabella lo cogió?-pregunto molesto.
-Si-respondí
-¡Maldita sea Isabella!-exclamo.
-No la cojas con ella, tienes sus razones para odiarme y me lo dejo claro.- le explique con amargura.- admito que dese llamarte y verte, pero no pude…
-Julieta- me interrumpió.- jamás desee oír una voz como desee escuchar la tuya, te amo y jamás lo dejare de hacerlo.
Mi corazón salto y casi emocionado, pero volví a sentirme triste.
-Yo jamás deje de amarte-dije en mi mente.
-París, yo necesitaba oír tu voz, necesitaba fuerza. Necesitaba a mi mejor amigo, deseo llorar en tu hombro y contarte toda la verdad, pero la verdad te amaría. Porque a mi me esta matando y me consume y no tiene ni las mas pequeña idea.- le dije y comencé a llorar desconsoladamente.
-No cuelgues-me suplico.
-París-
-Te prometo que te encontrare aunque sea lo ultimo que haga en mi vida- me prometió y sin poder soportarlo colgué.
En esa milésima de segundo todo el dolor, ira, odio, sufrimiento y todo sentimiento negativo se acumularon en mi mano izquierda.
Arroje el celular al suelo con tanta fuerza que se partió en dos.
No supe cuantos días estuve en la habitación, pero no llore y prometí jamás hacerlo en mi vida.
Desde ese momento me prometí luchar por mi vida y sobrevivencia. Después de ese día no volví a ser la misma, ya no recordaba quien era.

Un mes después de la cremación de William Paris a la cual nadie sabía y la única que estuvo presente fui yo y el sacerdote. Luego de escuchar la ceremonia me fui a la pensión siendo un fantasma al que todos ignoraban.
Ya estando en mi habitación. Coloque la urna que contenía a mi hijo en la mesita de noche. Comencé a hacer las maletas como tenia planeado y después de media hora supe que anda me faltaba.
Espere que todos se cenaran y se acostaran. Durante ese tiempo escribí unas cartas a mis amadas amigas, a Violeta, Mateo, las gemelas y finalmente una carta a Jonathan del cual era muy clara y precisa exigiéndole el divorcio.
Cuando la noche cayó y todos dormían tranquilamente, tome mis cosas, a mi hijo y me fui de ese lugar sin mirar atrás.




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