miércoles, 8 de mayo de 2013

la mujer que quiero tener "capitulo 6"


Adiós

 



-Los veré en navidad-le indique a mis hijos el 1 de agosto. Los tres estábamos en la estación de tren despidiéndonos ya que los chicos comenzaban en el colegio. Había pasado dos meses desde que ellos habían comenzado hacer mis hijos y un mes desde que yo era su tutora legal. Ambos estaban alimentados y educados, Manuel no deseaba irse al igual que Federica, pero había prometido. Aun así sabiendo que no los vería hice de sus vacaciones una aventura, salíamos mucho. Íbamos a museos de arte para que Federica apreciara el arte de otras persona, veía a Manuel practicar deportes los viernes en el parque. Hacía de mi trabajo lo mejor posible para pasar tiempo con ellos y darle lo mejor del mundo. En ocasiones se quedaban con la nana cuando pasaba tiempo con Paris o cuando mi operaciones se alargaban, pero siempre volvía deseosa para estar con ellos.-prométame que me van a escribir todos los días-le suplique.
-Si mama-me dijo Manuel y vi a Federica diciéndome que si con señas ya que había aprendido el leguaje gracias a ella, pero me faltaba práctica. Pero gracias a sus nuevos audífonos me entendía mejor. Nuestra comunicación había mejorado.- ¿dónde está Nick?-pregunto Manuel viendo por encima de mi hombro.
-No sé-respondí y mi mente se fue de mí ser.
En las últimas semanas habíamos mejorado nuestra relación haciendo que todo fuera mejor para ambos. Se llevaba bien con los chicos, especialmente con Manuel ya que solían jugar video juegos por horas hasta que veía que arrugaba el entrecejo molesta. Siembre le gustaba estar con nosotros tanto que había alquilado un apartamento para sí solo sin Isabella. Ya que esta había vuelto a Francia debido a unos asuntos privado.
Kyle había dejado ser una molestia al punto que no teníamos ningún problema en el trabajo, pero en ocasiones sentía que me vigilaba. Nuestra relación se volvió fría y profesional de mi parte y en la acepto complacidamente.
Mis amigos y familiares seguían con sus vidas cotidianas. La última vez que supe de mis padres estaban en Alaska esquiando y de Romeo no daba señales de vida desde hacía dos semanas ya que estaba en viajes de negocios por Brasil. Chalayra y Carolyn seguían con sus vidas de esposas y madres a las cuales yo no les podía envidiar ya que mis hijos me hacían la vida agradable.
-Yo espero que llegue-me dijo Manuel.
-Lo prometió-dijo Federica con señas.
-Si no llega no importa-le asegure y los volví a abrazar y llenarlos de besos.-los amo mucho-les dije y sentí amor mi corazón ya que era la primera vez en mucho tiempo que lo hacía.
-Yo también-me dijo Federica y me abrazo delicadamente.
-No dejes que tu hermano haga una locura-le susurre bajito a Federica. Esta asintió y me sonrió después de apartarse de mi.-y tu protege a tu hermana-le indique con tono autoritario a Manuel.-no se metan en problemas y espero una excelente notas en la boletas.-comencé a buscar en mi bolso unos obsequios y se los entregue-los abren en el tren. Hagan amigos y quiero fotos.-suplique.
-Lo estas asfixiando-dijo alguien a mi espalda. Me voltee y vi a parís tan bello  como un ángel.
-Nick-saludo Manuel lanzándose sobre mi amor verdadero.-pensé que no vendrías-ambos se abrazaron.
-Cómo crees-dijo y me guiño el ojos- no podría dejarte que te fuera sin verte chamaquito.- le dijo cuándo se apartaron y se dirigió a Federica y jamás podría olvidarme de una princesa como tú-dijo y beso en la mejilla a mi hija.
La jovencita se sonrojo mucho y abrazo a parís.
Yo observe como se despedían los tres en silencio hasta que se tuvieron que ir. Los ayudamos a subir sus cosas y yo volvía a besarlos y abrazarlos. Dentro de mis ser sentí las ganas de llorar, pero por una razón que ya olvidaba no podía. Quería llorar de felicidad y tristeza.
Después que el tren se marchó y de que me quedara como piedra parís me llevo a mi auto.
-¿Estas bien?-pregunto y asentí.
-Debo ir al hospital-susurre y me subí a mi auto dejándolo ahí con la palabra en la boca. Me sentía triste por la despedía y no me sentía cómoda desahogándome con él aunque fuera lo que mi alma deseaba.
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Había pasado una semana desde que los chicos habían ido al colegio y yo aún seguía deprimida por la ausencia, pero había buscado un hueco a mi soledad trabajando el doble de lo normal.
Estaba saliendo de mi oficina y me encontré sin poder evitarlo con Kyle. Este parecía otro, lucia desesperado y cansado ya que por casualidad él había trabajado las misma horas que yo.
-Hola Carrión-saludo y le devolví el saludo con un gesto con la cabeza.- ¿podemos hablar?-pregunto y yo asedia sin dejar de mostrarme indiferente.
Ambos nos sentamos y espere que hablara. Mantenía una postura fría aunque no me sintiera enojada con el pero si ofendida por haberme mentido.
-Habla-pedí irritada. Mire mi reloj sabía que debía ir a ver al paciente de la habitación E05.
-¿Que ocurre entre nosotros?-pregunte y lo mire sin comprender.
-No comprendo tu pregunta Prince ya que solo somos compañeros de trabajo y nada más.
-Porque eres así tan fría conmigo-susurro sin ser en tono de pregunta.
-La vida me hizo así-le respondí con voz amargada.-supongo que no cambiare nunca y por anda en el mundo.-lo mire con remordimiento ya que por primera vez vi el parecidos de ambos hermanos. Los dos me amaba y yo solo tenía ojos para uno, pero no deseaba estar con él.
-¿No me amas?-pregunto.-yo te amo aunque la haya embarrado al final, pero no puede negar que pudiste sentir algo por mi cuando te besaba y te hacia el amor…
Me tomo la mano que tenía sobre el escritorio y la acaricio. Lo mire algo molesta, pero no se inmutó.
-No-dije y aparte mi mano de la suya, pero kyle la volvió a atrapar.
-No es la primera vez que me dicen eso-le susurre.- y no será la última vez que acepte estar con alguien que me ame.
-¿Quien fue?-pregunto receloso.
-Un chico de 16 años, francés de buen trasero- respondí sin poder sonreír en parís-me enamore del hacía diez años…
-¿Porque no estas con él?-pregunto confundido.
-Porque soy una imbécil y no quise ser amada. No deseaba ser herida una y otra vez. Solo quería hacer feliz a todo el mundo.
-¿Que vamos hacer?-me pregunto.
-Ser compañeros de trabajo nada más-le indique y me puse de pie.-yo deseo estar sola y cuidar de mis hijos…
Solté su agarre
-No son tus hijos-dijo molesto y se puso de pie.- son unos chiquillos que adoptaste-se acercó a mí y me agarro por los hombros-quiero que estés conmigo y con nadie más- me dijo molesto y gritándome.
-No-dije y sin esperármelo me beso apasionadamente, pero cuando introdujo su lengua lo mordí. Este gimió y me empujo. Caí al suelo y vi sangre en el suelo.
-Eres una maldita perra-me dijo con dificultad.
-Lárgate de mí vista-le ordene poniéndome de pie y mostrándome como una fiera.
-No-me dijo y me volvió a garrar lastimándome los brazos.
-Kyle-llamo una voz masculina a nuestras espalda-suéltala hermano.
-Nick vete-
-No-dijo este.-si no la dejas me veras obligado a intervenir- le advirtió y este me soltó dejándome cae en el suelo largándose del lugar. París me intento ayudar a ponerme de pie…
-Yo puedo pararme sola-le dije molesta poniéndome de pie.
El alzo la ceja mientras me arreglaba la ropa.
-Solo quería ayudarte-me dijo este ofendido.- ¿estás bien?-me pregunto preocupado y asentí.
-Tengo que ir a trabajar-dije y lo deje solo en mi oficina.
Fui a la primera habitación que encontré y solo pensé en no derrumbarme a llorar. Deseaba estar con los chicos y con él, pero estarlo era un gran error. Luego de corregir mi compostura volví a ser Sophia Carrion, seguí trabajando en mi trabajo todo la mañana para sí terminar el día. Cuando ya era mi hora de salida el paciente de la habitación E23 se complicó y tuve que ir a la habitación para poder intervenir.
-¿Cuál es su cuadro?-pregunte a Pérez.
-Infarto al miocardio-respondió preocupado.
-Hay que ir al quirófano-le dije- vayan a lo que lleno el papeleo-ordene y fui corriendo a la mesa en busca de los documentos legales.- ¿dónde está la persona responsable del señor Martínez?-le pregunte a una enfermera rubia del cual no recordaba el nombre en ese momento.
-Él es viudo- respondió esta luego de ver el record médico y personal del paciente.
-Yo me responsabilizo de la operación-dije firmando los documentos de forma rápida y precisa.-estaré en el quirófano-le dije a la fémina y dando una vuelta y chocante con alguien más.-disculpa-me disculpe separándome de la persona.
-No hay de que-susurro y reconocí la voz de aquel hombre.
-París-pensé y lo mire detenidamente molesta.
Tenía el cabello mojado y supuse que estaba lloviendo fuera del hospital. Sus ojos verdes lucían derretidos y excitantes para mi gusto. Estaba vestido de oficina y lucía un abogado profesional.
No le dije nada ya que no sabría que pensar tan siquiera al verlo de esa forma repentina.
Fui al quirófano luego de termina de lavarme y prepararme para reparar el miocardio.
2 horas después Salí con la frente sudorosa y con una sonrisa en mi rostro.
-No sabía que sonreías-dijo alguien a mi lado. Lo mire y volví a lanzarle una mirada frívola.
-Yo no sabías que eras acosador-le dije molesto.
Eres una diosa con el bisturí-me dijo y sonreí nuevamente.
Gracia-le agradecí.-Soy la mejor en mi trabajo-recalque con orgullo.-fue una cirugía simple-dije sin poca modestia.
-Para mí fue algo espelúznate-murmuro.
-¿Quién te dijo la sala de los estudiante?-le pregunte curiosa.
El me sonrió y lo mire de mala gana.
La recepcionista me ayudo-me dijo y sentí lo celos arder en mis ojos.
Seguí caminando ignorando sus comentarios de como coqueteo con la chica para obtener información. Hasta llegar a mi oficina.
-¿Que deseas?-pregunte cansada.
-¿Deseo saber que te ocurre?-pregunto parís y lo mire sin comprender.
-No pasa nada-le respondí rápidamente.-solo tengo mucho trabajo.-dije y entramos a mi oficina, yo me senté en mi silla y cerré los ojos por el cansancio. Volví abrirlo y vi a parís mirando mi librería con atención y curiosidad.
-Eres una lectora fascinante-me indico y me encogí de hombros.
-¿De qué forma puedo estar sin tu compañía?-le pregunte fríamente a parís
-Cenando conmigo-dijo leyendo la cubierta de “amores en tiempos de cólera”.
-No puedo-
-¿Porque?-pregunto y lo mire dando entender lo obvio.
Estoy muy cansada para tolerar una cena mediocre-dije.
-Pues acéptame un café-sugirió.
-Vale-dije bostezando.
Esta vez no conduje ya que caminamos a la cafetería que estaba delante del hospital. Cuando pasamos por recepción mire mal a la recepcionista que le había dado información a parís y que había coqueteado con él.
El aroma de café me invado cuando entramos a la cafetería. Ese era mi ambiente de paz y tranquilidad. Le eche una mirada de admiración al lugar y encontré un grupo de estudiantes platicando animadamente. A lo lejos vi una chica escondida detrás de una pila de libro la cual se parecía a mí en mis tiempos de estudios.
-¿Que deseas?-pregunto parís.
-Café sin leche-respondí sin pensar en que pediría.-te esperare en la mesa-dije luego de meditar la idea. Fui a la mesa sin escuchar lo último que dijo y no le di importancia después de todo tenía que fingir indiferencia.
París era mi mejor amigo y eso me hacía fatal ya que no me reconocía y sentía que con el paso de tiempo él había cambiado de una forma radical. Los dos lo habíamos hecho. Yo era más amargada que un limón y el más descarado que cuando era adolecente.
Tome mi celular y comencé a escribirle mensajes de textos a mis amigos del cual me había llamado y yo no le había devuelto las llamadas.
Suspire después de terminar y pensé en mis hijos.
-¿son míos?-me pregunte de repente.
Recordé los buenos momentos que había tenido con ellos.
-¡Claro que sí!-pensé.
Lo extrañaba mucho y eso no lo podía negar, estaba deseosa que llegara la navidad y poder verlos. Tener a Federica en mis brazos y tener mis largas charlas con Manuel.
¿En qué piensas?-pregunto Paris de repente. Sentándose en la mesa mientras me entregaba mi café negro sin leche.
En el procedimiento que tengo que hacer luego-mentí mientras sentía el calor del embace del café en mis dedos.
-Jamás dejas de trabajar-pregunto con sarcasmo y negué con la cabeza.
Jamás dejo de hacer lo que me apasiona-le dije molesta.
-Tú me odia-me dije rápidamente y me ruborice.
Claro que no-le dije
-¡Aja!-exclamo- y ¿porque eres tan fría conmigo?-pregunto y me encogí de hombros intentando parecer tranquila y no nerviosa.
-Porque soy así-dije tranquilamente.
-¿Te agrado?-me pregunto mientras yo bebía el café. Sentí como me invadía y me calentaba la boca. Saboree el sabor para luego tragarlo y sentir el ardor en mi garganta.
Me encogí de hombros sin querer darle una repuesta.
-No-mentí fingiendo total sinceridad.
El me traspaso con la mirada y soltó una carcajada.
-Yo te agrado-me contradijo.- lo noto cuando me miras-explico.
Piensa lo que desees-le espete fríamente y volví a tomar un sorbo grande de café. Sentí el ardor en mi lengua y el resto de mi boca.
No bebas todo el café porque te quemaras-me advirtió cuando trague de forma dificultosa en trago de café. Deseaba irme lejos de él y continuar en mi trabajo. Observe en lugar y vi a la chica que estaba escondida detrás de la pila de libro buscar entre paginas algo que resultaba importante para ella. A lo lejos vi a un grupo de colegas mirando hacia nuestra mesa. Distinguí a los hermanos Vázquez y Algarín, al doctor Baello y doctor González. El doctor Vázquez era especialista en urología, tenía una mirada pervertida y desagradable según para mí, era muy guapo como su hermano, tenía los ojos azules, cabello negro y una sonrisa seductora. No me agradaba su presencia ya que tenía la intuición de estar coqueteando conmigo cuando necesitaba hablar con él. Era excelente médico, pero tenía la fama de estar acostándose con todas las enfermeras del hospital.
En cambio el doctor Baello era un doctor especializado en pediatría, era de estatura pequeña, de orejas grandes y de ojos verdes. Ambos nos llevábamos bien y siempre me consultaba en una intervención cardiovascular.
El doctor González era un recién integrado doctor, se especializaba en anestesiología. Para su poco tiempo en el hospital se había ganado una reputación se chicos desubicado, pero siempre tenía el placer para hablar con él, me hacía pensar en el mundo que estaba lejos de un quirófano. Las enfermeras buscaba las maneras para traerlos al lado “oscuro” y el chico no se dejaba. Yo sabía el porqué.
Tenía esa aura que solo yo pude distinguir de mi primer esposo.
París noto mi mirada y miro a mis colegas. Saludo con un gesto amistoso y todos a excepción de Vázquez le devolvieron el saludo.
-Tu novio está furioso-me dijo con una risita y comprendí su chiste.
Lo mire con odio fingido.
-Claro que no es mi novio-le dije molesta.
-¿Porque mira así?-pregunto soñándolo con la cabeza.
Tome un sorbo, pero fue pequeño ya que me ardía la lengua.
-esta celoso-murmuro cuando trague y me encogí de hombros.
-Solo es un idiota como todo los hombres-sentencie con naturalidad.
La cara de parís se volvió un poema.
-¿Yo soy un idiota?-pregunto molesto y le sonreí con nerviosismo.
-Tal vez-respondí.
-¿Cómo lo sabes?-pregunto molesto por mi respuesta.
-Soy experta en distinguir esa clase de hombres-murmure antes de beber un sorbo de café.-los hombres quieren estar de mujer en mujer y no distinguen lo bueno que se pierden de la chica indicada…
-Que sucede con las mujeres que fallan y se vuelve salta camas, las que se van por ahí sin preocuparse por los sentimientos de los hombres…-le interrumpí de la misma manera que él me había hecho.
Lo dices por experiencia-dije molesta ya que sentí que hablaba de la chica que yo había sido antes y que fingía no ser ante él.
-Si-dijo y sentí un dolor en el corazón.
-Lo decía por mí-pensé en mi mente.
-¿Por quién lo dices?-pregunte soportando en dolor en mi corazón porque alma no tenía en ese momento.
Lo digo por mi madre-respondió y me sentí ajena a la situación y pudo notar mi frustración.
Es una historia para una cena para dos-me dijo y lo mire molesta.
-No pienso cenar contigo-le dije y el me sonrió.
-Una apuesta es una apuesta-me recordó y sonreí de mala gana.
-Lunes a las 8:45 pm-le dije ya que no podría contener mi curiosidad.
-Me gusta cuando ganó la batalla…-
-Pero no has ganado la guerra-lo interrumpí con arrogancia absoluta.-, soy una mujer que no se deja vencer por ningún hombre-murmure y me tome el ultimo sorbo de café. Los hombres no son mi impedimentos en mi vida.-dije después de terminar de tomar el sorbo de café.-las emociones no me pueden controlar yo las controlo. Las gobierno a mi antojo…
-Nunca pensé escuchar decir eso de una mujer-susurro parís-, las mujeres siempre se dejan gobernar por sus sentimientos y emociones.-explico.
-Yo soy de esas mujeres que separa las emociones del trabajo y las relaciones-dije y sus ojos volvieron parecer hermosos. Esos ojos verdes comenzaron a brilla de forma alucinante y extraña como había hecho en cierta fiesta que ambos nos habíamos conocidos. Me quede hipnotizada de forma diabólica y todo mi cuerpo se neutralizo en observarlo. Por primera vez en la noche deje de sentir, pensar y tal vez de respirar.
Mis células se descontrolaron de una forma que olvidaron hacer la función principal, respirar. El intercambio de oxigeno se vio interrumpida por esos ojos llamativos y hermosos. Para mi sorpresa el único órgano que siguió su función fue mi corazón por que siguió latiendo, pero latía como si todo dependiera de ello.
Aunque en mi cuerpo se haya desencadenado millones de reacciones una voz en mi cabeza me trajo hacia la realidad.
-no caigas en sus redes-me regaño mi conciencia.
Volví a respirar con normalidad y parpadee par de veces.
París tomo un sorbo de su café de forma ociosa.
-¿Que bebes?-pregunte.
-Café negro con azúcar negra-respondió.
-No se ve apetecible-le dije contenido la risa.
-No soy de tomar cafeína-me explico-prefiero beber una malteada de frutas. El café es para personas profesionales. Por ejemplo tu; tú las bebes porque te gusta y se nota claramente que estas cansada. Te mantienes de pie gracias a la cafeína.
Porque amo lo que hago y nunca permito que se muera un paciente. Soy muy recta y profesional en mi trabajo, para mí siendo una persona que no duerme mucho. La cafeína hace que pierda mantenerme de pie y seguir con mi vida adelante.
Por lo que puedo decir, tu vida no ha sido fácil-me dijo Paris.
No le dije nada y solo me puse pensar en cómo escabullirme de su lado ya que su mirada me ponía nerviosa. Mire por el rabillo del ojo y pude notar que era muy tarde y tendría que irme a mi casa pronto.
Mire a parís sin mirarle los ojos para no caer en su redes.
-¿Qué piensas?-le pregunte curiosa.
-que las personas que no aman tienen problemas-me respondió y me mordí el labio.
-Que yo no sienta nada no significa un problema-le dije con una sonrisa en el rostro.
-Ese es tu problema-me dijo y se me borro la sonrisa del rostro-, nadie te ha sabido enamorar.
-Claro que me enamorado-le dije fríamente al recordar que el hombre que estaba delante de mí lo había hecho cuando yo era joven y nunca pude olvidarlo.- cuando era joven me enamore, pero el amor no es para mí. La cardiología es mi vida y mi centro.
-¿Cómo tu defines el amor?- me pregunto parís reluciendo sus ojos verdes.
-Porque podía seguir siendo tan hermoso para mí-pensé contenido el suspiro.
-El amor es un cáncer que daña la vida de las personas y uno como ser humano debe dejar de sentir semejante males. El amor yo lo domino y lo utilizo contra los que desean hacerme daño-señale a Algarín-. El cretino que está mirándote con odio, piensa que con el amor- hice guiñitos con los dedos-puede engatusar a cualquier chica, pero tú y yo sabemos que sufre más por esos males que a las chica que utiliza. Ellas son unas idiotas por creer que él las va amar de verdad. El amor verdadero solo viene y se va  nadie se da cuenta los daños que deja a su paso. El amor es un mito al del cual yo pienso rechazar durante lo que me quede de vida. Si tú quieres seguir con ese tema; haya tú, pero yo me quedo con mi bella soledad. La cual me hace bien y no me hace ningún daño alguno.-Le dije con seriedad.
-Yo puedo amar y no me molesta. Ahora estoy amando a mi Julieta y no está a mi lado…-dijo y tuve un a grandiosa idea.-todos podemos amar, solo que a otros no toma trabajo.-me dijo.-si yo amo y puedo hacer que me amen, porque tú no puedes-me dijo.
-¿Serias capaz de amar?-le pregunte y el asintió mientras se bebía su café.
-La chica que pase por esa puerta será la chica a la cual debes enamorar- le dije,-pero tiene que enamorarla y ella a ti. Probar que tu teoría del amor funciona y te prometo que me enamorare del primer idiota que me diga te amo.-dije y le tendí mi mano derecha.
El medito mis palabras y estrecho su mano con la mía.
-Trato hecho-dijimos a las veces y observamos quien entraba por la puerta. Para mi maldita mi sorpresa, quien entro fue la enfermera que me había ayudado en la documentación del paciente que yo había operado antes de encontrarme con Paris.
Rubia, hermosa, esbelta. Tenía unos ojos azules, su cabello era lacio y perfecto, sus caderas no era tan anchas como las mías y mucho menos era inteligente como yo. Ella se llamaba Magdalena de La cruz y era la enfermera más hermosa y deseosa por los pacientes de mi área de cardiología. Seguida de ella entraba las gemelas Bruno a las cuales eran idénticas, pero yo sabía distinguirlas por su voz chillona y grave. Ambas morenas, de ojos café, delgados y sentidos increíbles para saber los chisme de todas las áreas clínica de la institución. Por último se encontraba Clara Sierra, la cual no me agradaba ya que tenía la manía de no seguir mis intrusiones y de ser una enfermera irresponsable.
Todas eran la espina de mi desgracia en mi área clínica, pero siempre las mantuve de la raya ya que yo era la jefa y ser la jefa me daba ciertos beneficios. Siempre tenía el apoyo del jefe de doctores Hiram Méndez. Un hombre anciano del cual mantenía la paz y el control en el hospital.
La sonrisa de me borro de mi rostro ya que había entrado la enfermera más patética de mi piso.
-Un trato es un trato-me dijo con una voz sobria y amargada. Se puso de pie y antes de que yo dijera algo fue hablarle a la chica.
Ella al notar que parís se acercaba le susurro algo a sus amigas y las 3 se fueron a saludar a mis colegas. Yo me quede estática pensando que había pasado en eso milisegundos.
Me estaba odiando por haber sido idiota con parís. Ella le dijo algo del cual no pude escuchar y repentinamente ambos me miraron. Me sonroje un poco y el sonrió complacido. Ambos se acercaron a mi lado y me sentí como una idiota colegiada.
-Hola Carrión-me saludo la chica y yo le devolví el saludo con frialdad.
-De la cruz-salude con voz fría.
Ambos se sentaron en la mesa.
-Que uno de mis pacientes se me complique-desee en mi mente. Deseaba salir de ese lugar y no ver lo que pasaba. París iba a enamorar a esa rubia por mi maldita culpa.
La rabia que nacía en mi pecho no tenía comparación, tenía las ganas de golpear a la rubia oxigenada, pero yo debía contenerme.
A lo lejos pude distinguir como Algarín observaba nuestra mesa con rabia y enojo, pero no deseaba saber de sus problemas ya que yo tenía suficiente.
-Le estaba diciendo a Sophy que no hay enfermeras rubias en el hospital- mintió parís abriendo conversación entre nosotras. Me gire bruscamente hacia el sin dar crédito a lo que escuchaba.
-Le estaba coqueteando descaradamente a esa bruja-pensé.
Fue lo que tu planeaste-me dijo me vocecilla.
-¡porque a ella!-pensé en mi mente.
-¿De verdad te dijo eso?-pregunto magdalena con curiosidad fingida en su voz y mirándome con hipocresía.
Yo sabía que yo no le agradaba, pero aparentemente quería seguir el juego. Debes en cuando miraba a sus amigas y le sonreía. Como si ellas tramaran un plan siniestro.
-Si-dije con voz helada y con la mandíbula tensa.
Prince es un amor-dije sarcásticamente.
-¿Prince?-pregunto ella juntando las piezas del rompecabezas.-, eres hermano del doctor Prince?-pregunto.
-Disculpa-sonrió-, por no presentarme. Soy Nicolai Prince-se presentó mientras le tomaba la mano y se la besaba como muchas veces había hecho conmigo.
-para mi serás Paris, Solo mi Paris-pensé en mi mente con un sentimiento de herida.
La chica sonrió complacida y ambos comenzaron a platicar y yo me quede alejada de la conversación por unos minutos hasta que mi celular sonó. Tome la llamada con alivio.
-Hola-salude.
-Carrión necesito que vuelvas-pidió mi jefe.
-¿Qué ocurre?-pregunte ignorando a los dos oxigenados que estaban en mi mesa.
-Hay un paciente que viene por herida de bala y según los paramédicos la bala está alojada cerca de la Orta.-explico y me puse de pie sin avisar. No me moleste en despedirme de los presentes ya que debía salir de ese lugar.
Comencé a caminar y Salí del establecimiento sin fijarme en las miradas de los demás. La noche estaba helada y comenzaba llover como película de terror.
Cuando me disponía a cruzar la calle alguien me tomo del codo y me giro bruscamente. Mi rostro estaba centímetros de la cara de parís y yo me quede sin respiración al sentir su aliento en mi rostro. Sus ojos brillaban como dos esmeraldas hermosas.
Mi corazón comenzó a temblar y sentí el impulso de besarlo sin importarme nada en el mundo. La lluvia nos abrigo con su manto de perlas trasparentes.
-¿Sophy a dónde vas?-pregunto rompiendo el aliento entre nosotros.
Tengo que irme-le dije con voz chillona.
-¿A dónde?-pregunto y volví a sentir ese impulso de estar en sus brazos.
-Al hospital-respondí con el mismo tono de voz.-, sugirió un caso en el hospital y me necesita.-sonreí a medias.- debes quedarte con De la cruz-dije fríamente sin romper el amarre entre nosotros.
El me lanzo una mirada extraña y curiosa.
-¿Estas bien?-pregunto y asentí.
Claro que no está bien, esta segundo de cometer una locura. Revelar quien yo realmente era ante él.
-Debo irme-le dije y me soltó.
Me mordí el labio sin contenerme al ver lo hermoso que lucía bajo la lluvia y como su piel debía sentirse. Como recordaba suave, tibia y hermosa. Las gotas resbalaban de su cabello en el cual tenía un tono miel debido a la lluvia.
París también me observaba con rareza y sin contenerse se acercó a mi rostro y me beso en la mejilla. Me sonroje y sentí un calor de verano en mi piel, sin decirle a dios cruce la calle. Me fui de su lado ya que no podría contenerme. Corrí unos 3 minutos y llegue al lobby y no tuve tiempo para mirar de forma odiosa a la recepcionista.
Tome las escaleras y llegue a mi piso.
Pérez estaba esperándome frente las escaleras con una preocupación en su rostro. Al verme comenzó a decirme el cuadro del paciente y caminar junto a mí de camino al quirófano. Ya estando ahí, el me dejo sola. Me cambie y me lave las manos. Durante ese momento luche para vaciar mi mente y dejarla en blanca, pero era difícil.
2 horas después de la operación, Salí con una sonrisa en el rostro. Había operado a mi paciente y fui asistida por Pérez del cual hizo un trabajo esencial, en cual me sorprendió. Ambos no lavamos las manos y platicábamos sobre las posibles causas en cual explique porque el paciente tenía una bala en el pecho.
-Carrión-llamo mi jefe al entrar.
-Si-dije mientras me secaba las manos.
-Excelente trabajo-me dijo y le sonreí-, vengo a decirte que mañana ingresan tus residentes de cardiología.-mi sonrisa se borró de mi rostro.- mañana tiene una cita en mi oficina con respecto a un caso sumamente importante.-dijo de forma misteriosa y sentí curiosidad.
-¿Cual caso?-pregunte curiosa y arroje la toalla al sesto.
-En tu escritorio está el expediente-dijo y se fue sin decir nada más.
Siempre tenía esa aura de ser muy precavido con los pacientes de importantes.
Que mosca le pico-dijo Pérez quien había fingido ser un objeto mientras estaba nuestro jefe.
-Nada que debe preocuparte-le dije.-, mañana les dará una orientación sobre los protocolos del hospital a mi residente y te leerás los expedientes de estos. Mañana me dirás todo lo relevante-le dije y Pérez asintió ante mi mandato.- llegare antes de lo normal.-dije y el comprendió que llegaría en el peor momento de los casos.
Me fui  a mi oficina y me senté en mi silla a pensar en todo lo que sucedió y sucedía en mi vida. París coqueteando con de la cruz, Algarín molesto por una razón extraña, un paciente importante y mi mentiras diarias.
Mire el reloj vi que faltaba poco para el amanecer.
Tome el expediente y leí el nombre del paciente.
Theobaldo James Molinarri
Rápidamente sentí algo en mi pecho del cual no volví a sentir, un cosquilleo que nacía de mi estómago y terminaba en mi pecho.
-¿Quién sería ese tal Theobaldo?-pregunte y comencé a leer el expediente. Sin preocuparme de tiempo y de mis problemas, leí hasta saciar mi sed de saber de ese hombre. Comprendí que su caso era algo que aumentaría mi importancia en la medicina y cuando mas leía comprendía que no era algo que jamás había hecho algo que tendría que hacer. Nunca había hecho tal cosa y este paciente me harían lograr mi meta como doctora y dejaría que yo tuviera una huella en la ciencia y este grandioso hospital. Leí hasta termina el expediente y cuando disponía a cerrarlo vi una fotografía oculta.
En él había un hombre alto, de ojos grises, cabello rubio y largo. Tenía una mirada llena de arrogancia y superioridad sin evitar mencionar que tenía una musculatura llamativa para sus 33 años.
Ese era Theobaldo Molinarri mi paciente-susurre cuando sentí ese cosquilleo en el pecho. Guarde la fotografía en el expediente y comencé a bostezar para alejarme de mis pensamientos. No supe cuándo pero yo me entregue a los brazos de Morfeo y no me molesto la idea.

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Este capitulo se lo dedico aquellas parejas que siguen amando en secreto y la que tambien son valientes dicen lo que sienten. yo soy de esa que dice y no dice las cosas que siento, pero creo que soy mas valiente que julieta = Sophia Carrrion!!